La gente caminando en las piscinas de sal.
La gente caminando en las piscinas de sal.
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José Granados

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Turismo sin control daña el ‘mar rosado’ de salinas de Galerazamba

En orillas de las charcas, lugareños improvisaron cambuches para atender a visitantes.

Por José Granados Fernández
@JoseGranadosF
 

Sin control alguno, miles de turistas han seguido entrando a las charcas de sal de Galerazamba, Bolívar, dañando el proceso de producción del mineral, a tal punto que el ‘mar rosado’, que atrae a la multitud de visitantes, lo convirtieron, en amplias zonas, en un ‘mar de fango’ por la remoción del agua que debe estar en reposo.

En el sitio, Emisora Atlántico y Zonacero.com observaron que las charcas seguían siendo pisoteadas y contaminadas; las orillas de las gigantescas piscinas fueron convertidas en un mercado tugurial de cambuches hechos con palos secos, plástico y palmas de coco para cobrarles a los visitantes la escasa sombra que allí encuentran o para alquilarles sillas plásticas, en especial a los adultos mayores, para que descansen.

Los negocios para el rebusque.

De la cantidad de gente en la charca

El lamentable escenario era muy diferente de los compromisos que el Gobernador de Bolívar, Dumek Turbay, asumió el Martes Santo, en Cartagena, con la presidenta de la Agencia Nacional de Minería, ANM, Silvana Habib.

Luego de la mesa de trabajo con Turbay, la ANM informó a Emisora Atlántico y Zonacero.com que con el mandatario bolivarense habían “afinado los detalles de la seguridad y el orden en las salinas durante lo que resta de Semana Santa” y explicó que los principales compromisos del Gobernador fueron, uno, que la Policía Nacional, incluidos agentes de Turismo, “custodiaría la zona” y, dos, que garantizarían “la vigilancia para preservar el espacio de quienes están recogiendo la cosecha de la sal”.

La Agencia de Minería recalcó que, con la Gobernación de Bolívar, hacía un llamado a la comunidad y a los visitantes para que “cuide el paisaje, tomen las medidas necesarias para no afectar el ecosistema, respeten el espacio correspondiente a la explotación de sal y los horarios de producción de esta, y disfruten con civismo de la maravillosa riqueza natural de Galerazamba”.

Pero el Jueves y Viernes Santo, días de la mayor afluencia de viajeros que llegaban en carros particulares y buses interdepartamentales, sucedió todo lo contrario. Siguió el desorden. Siguió la falta de control.

El viernes en la salina solo había 4 policías, dos motorizados y dos de Turismo, que se fueron cuando la gente, en medio del sofocante calor, comenzó a protestar sorprendida por el peaje en el que cobraban 5.000 pesos por persona para ingresar a las charcas, tal como lo denunció Zonacero.com.

 

 

¿Por qué la cosechadora, que se identificó como Alejandra González, dijo que el Instituto de Cultura y Turismo de Bolívar, Incultur, había autorizado el cobro, cuando en Emisora Atlántico, antes de la reunión con Turbay, la presidenta de la ANM lo que informó fue que la Gobernación de Bolívar había hecho “una alianza” con este instituto para que ayudaran a “no permitir el acceso a la bodega del depósito de sal ni a las charcas para no afectar el mineral”?

En medio de la aglomeración, los miles de visitantes que pagaron para entrar hacían todo lo contrario de lo que la Agencia de Minería les había pedido a las autoridades bolivarenses. Allí el comportamiento era muy diferente a lo que sucede en las salinas de Manaure, La Guajira, donde nadie ingresa a las charcas rosadas cuando está en marcha el proceso de producción de sal.

En Galerazamba, sin zapatos o en chancletas, miles de personas se metían a caminar o a tomarse fotos individuales o en grupo. De regreso pagaban para que les lavaran las piernas y los pies para sacarse la sal. También, a 2.000 pesos por cabeza, o por cualquier colaboración, los lugareños llevaban a decenas de personas charca adentro en pequeños botes de madera que son usados para recoger la sal.

“Como ya no está rojo aquí en la orilla, le gente se está metiendo más al fondo para las fotos”, se quejaba Aura Cáceres, quien, en compañía de sus dos hijas, no aceptó entrar al agua. “Ya no huele a sal, ahora huele a agua empozada”. En efecto, al ser revuelta el agua de las charcas se perdió el color rosado y se volvió negra.

 

 

Cáceres, sentada debajo de una improvisada troja, estaba rodeada de ventas de mangos, ciruelas, helados, raspao y mecatos que eran devorados por la muchedumbre.

En ese sitio, en un baño portátil prestaban el servicio a quienes tenían que hacer alguna necesidad fisiológica, pero los dueños de este otro rebusque no controlaban que los desechos, en especial el orín, se filtraban hacia el exterior, convirtiéndose en un factor contaminante para el suelo y la sal.

Las tomas fotográficas encima de las pilas de sal.

El baño que filtra el orín

A un costado del baño, a orillas de otra de las charcas donde ya cosecharon la sal, numerosas personas hacían fila para subir a las pilas del mineral y tomarse fotos, sin que a nadie le importara que el producto estaba siendo contaminado.

Al respecto, Habib había advertido a Emisora Atlántico y Zonacero.com que la masiva presencia de personas en las charcas afectará la producción.

“No se nos puede olvidar que es importante el tema turístico, pero más importante es el tema de la explotación de sal, que es lo que le da trabajo e ingresos a la comunidad de Galerazamba”.

De gente sobre las pilas de sal

Insistió en que ingresar a las charcas terminará “afectando la calidad y la pureza del mineral, que tiene que conservarse para poderlo comercializar, por lo que debe ser atractivo para los compradores”.

Advirtió la presidenta de la ANM que si la sal no tiene la calidad y la pureza exigidas “entonces se puede quedar y se puede perder el mineral”.

La Agencia Nacional de Minería espera una producción de 20.000 toneladas de sal en Galerazamba y de este nuevo ensayo depende el futuro de esta actividad.

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